Hilda sonríe desde el cielo

La mujer de labios rojos y sonrisa inmensa se ha ido. La canaria, Hilda Siverio de 52 años ha fallecido a causa de un cáncer de mama. Padecía el más agresivo de ellos, el triple negativo metastásico.

Desde comienzos de año su salud empeoró. Estaba ingresada en el hospital. Un mal presagio. Aun así para ella nada era obstáculo. Este huracán de vida continuó su infatigable lucha. Peleando hasta el final. Con su lema: "un poquito más", Hilda se aferró a la vida. Recordándonos siempre: “Sean felices por favor. A las personas hay que recordarlas cómo vivieron”. Es cómo ella pidió ser recordada: con una sonrisa. Y así, lo cumpliremos.

Todo comenzó en 2014, cuando estaba embarazada de su tercer hijo le detectaron la enfermedad. Para no perder al pequeño decidió esperar a  la semana 33 para comenzar el tratamiento. Pero, el cáncer se había extendido. No hubo vuelta atrás. Y por esas cosas, que llaman destino este mutó a la cepa más letal. Aquí fue cuando se enfrentó a lo que estaba por llegar; el pronóstico irreversible.

Esta mujer fue un icono de valentía frente a la adversidad. Una luchadora infatigable. Llevó su enfermedad a las redes sociales, donde abanderó la causa: "Sácale una sonrisa al cáncer". Siempre con una actitud positiva. Nada de dramas. ¡Y a vivir!, que de eso se trata, ¿no? Otro de sus lemas: “Prefiero morirme que dejar la vida”. Tomó la actitud de vivir cada día como el último. Hasta que llegase su adiós. Su reloj comenzó su cuenta atrás, pero a pesar del dolor, de la dureza, ella apostó por la vida.

Un lucha de nada menos 9 de años. Que se dice pronto. Con muchas operaciones. En los que decidió vivir, pese a que su cáncer no tenía cura. Lanzó a todos/as sus seguidores el mensaje “Si nosotros estamos así, nos ha tocado sufrir y batallar cada día por vivir un poquito más, ¿qué estás haciendo tú, que los tienes todo y no valoras la vida que tienes? Si eso no te hace reflexiona no has aprendido nada”.

Fue asombroso ver cómo decidió afrontar cada golpe. Cada diagnóstico la arrastraba a un abismo más aterrador. Pero, nada  la doblegó. Cero autocompasión. Ese no fue  su elección. Eligió otro camino. El más complicado. Nada pudo con ella. Lo demostró. Hilda cantó a la vida. A disfrutar de estar aquí. De cada minuto. De llenarse de todo. De rodearse de amor. De amar y ser amada. Preparó a los suyos para lo más duro: la etapa de paliativos. Su coraje no tenía límites, y el de su familia también.

Esposa, madre, hija y mujer nos hizo conscientes de que la muerte nos espera. Es el ciclo de la vida. Pero si estás aquí tienes el deber de transformar cada instante en algo único y maravilloso. No hay excusas. Vivir se convierte entonces en una obligación, reivindicando que “tenemos el deber de ser felices, porque la vida es lo único que tenemos”. Estés pasando por la situación que estés, y aún si tienes salud es tu prioridad.

Con esta consciencia, cada momento de la existencia cobra otra dimensión, porque la vida es tránsito. Ella fue medicina de la buena para muchas personas. Irradiaba fuerza, vitalidad y energía. Les daba esperanza. Les tendió una mano a los/as que pasaban por una enfermedad similar o necesitaban de apoyo psicológico.

Su sonrisa bebió lágrimas. Le echo humor e ironía a los días malos. Que los hubo y muchos. A las noticias desesperanzadoras. A los devastadores efectos de los diferentes tratamientos. Al dolor de su cuerpo y su alma. Siempre dijo estar preparada, aunque confesó que fue muy duro asimilarlo.  Cómo no va a serlo para una mujer con tantas ganas de vivir. De ver crecer a sus hijos.

Hilda tenía algo más que humano. Repetía constantemente: "quédense con el lado más bonito de las cosas. Agárrense a la vida". ¡Cómo nos hubiese gustado regalarle unos minutos de las nuestras para hacer más larga la suya!

Este torbellino de mujer se hizo querer. Su carácter divertido, alegre y afable con esa bendita locura, la hizo arrolladora. Sus tres hijos eran su motor de vida. La mayor de todas, Valeria su cómplice. Subían muchos vídeos juntas haciendo bromas o bailando. Le encantaba bailar y cantar.

La música siempre estuvo presente durante su enfermedad. Se convirtió en una estrella en varias redes sociales, sobre todo en TikTok donde tenía más de 1,5 millones de seguidores. Las redes sociales se convirtieron en su ventana al mundo. Allí se mostró siempre sin filtros. Con naturalidad. Fue “Hilda al desnudo”.

Una de sus grandes luchas personales fue el tema de la investigación, reivindicó que se invirtieran más fondos económicos en la enfermedad, que se actualizarán la lista de medicamentos contra en cáncer. Fue una lucha por todas/os las/los enfermos/as, así era su alma de generosa.

La mujer de labios rojos y sonrisa inmensa se ha ido. La canaria, Hilda Siverio de 52 años ha fallecido a causa de un cáncer de mama. Padecía el más agresivo de ellos, el triple negativo metastásico.


Desde comienzos de año su salud empeoró. Estaba ingresada en el hospital. Un mal presagio. Aun así para ella nada era obstáculo. Este huracán de vida continuó su infatigable lucha. Peleando hasta el final. Con su lema: "un poquito más", Hilda se aferró a la vida. Recordándonos siempre: “Sean felices por favor. A las personas hay que recordarlas cómo vivieron”. Es cómo ella pidió ser recordada: con una sonrisa. Y así, lo cumpliremos.

   

  Todo comenzó en 2014, cuando estaba embarazada de su tercer hijo. Fue cuando le detectaron la enfermedad. Para no perder al pequeño decidió esperar a  la semana 33 para comenzar el tratamiento. Pero, el cáncer se había extendido. No hubo vuelta atrás. Y por esas cosas, que llaman destino este mutó a la cepa más letal. Aquí fue cuando se enfrentó a lo que estaba por llegar; el pronóstico irreversible.


Esta mujer fue un icono de valentía frente a la adversidad. Una luchadora infatigable. Llevó su enfermedad a las redes sociales, donde abanderó la causa: "Sácale una sonrisa al cáncer". Siempre con una actitud positiva. Nada de dramas. ¡Y a vivir!, que de eso se trata, ¿no? Otro de sus lemas: “Prefiero morirme que dejar la vida”. Tomó la actitud de vivir cada día como el último. Hasta que llegase su adiós. Su reloj comenzó su cuenta atrás, pero a pesar del dolor, de la dureza, ella apostó por la vida.

 

Un lucha de nada menos 9 de años. Que se dice pronto. Con muchas operaciones. En los que decidió vivir, pese a que su cáncer no tenía cura. Lanzó a todos/as sus seguidores el mensaje “Si nosotros estamos así, nos ha tocado sufrir y batallar cada día por vivir un poquito más, ¿qué estás haciendo tú, que los tienes todo y no valoras la vida que tienes? Si eso no te hace reflexiona no has aprendido nada”.

Fue asombroso ver cómo decidió afrontar cada golpe. Cada diagnóstico la arrastraba a un abismo más aterrador. Pero, nada  la doblegó. Cero autocompasión. Ese no fue  su elección. Eligió otro camino. El más complicado. Nada pudo con ella. Lo demostró. Hilda cantó a la vida. A disfrutar de estar aquí. De cada minuto. De llenarse de todo. De rodearse de amor. De amar y ser amada. Preparó a los suyos para lo más duro: la etapa de paliativos. Su coraje no tenía límites, y el de su familia también.

Esposa, madre, hija y mujer nos hizo conscientes de que la muerte nos espera. Es el ciclo de la vida. Pero si estás aquí tienes el deber de transformar cada instante en algo único y maravilloso. No hay excusas. Vivir se convierte entonces en una obligación, reivindicando que “tenemos el deber de ser felices, porque la vida es lo único que tenemos”. Estés pasando por la situación que estés, y aún si tienes salud es tu prioridad.

Con esta consciencia, cada momento de la existencia cobra otra dimensión, porque la vida es tránsito. Ella fue medicina de la buena para muchas personas. Irradiaba fuerza, vitalidad y energía. Les daba esperanza. Les tedió una mano a los/as que pasaban por una enfermedad similar o necesitaban de apoyo psicológico.

Su sonrisa bebió lágrimas. Le echo humor e ironía a los días malos. Que los hubo y muchos. A las noticias desesperanzadoras. A los devastadores efectos de los diferentes tratamientos. Al dolor de su cuerpo y su alma. Siempre dijo estar preparada, aunque confesó que fue muy duro asimilarlo.  Cómo no va a serlo para una mujer con tantas ganas de vivir. De ver crecer a sus hijos.

Hilda tenía algo más que humano. Repetía constantemente: "quédense con el lado más bonito de las cosas. Agárrense a la vida". ¡Cómo nos hubiese gustado regalarle unos minutos de las nuestras para hacer más larga la suya!

Este torbellino de mujer se hizo querer. Su carácter divertido, alegre y afable con esa bendita locura, la hizo arrolladora. Sus tres hijos eran su motor de vida. La mayor de todas, Valeria su cómplice. Subían muchos vídeos juntas haciendo bromas o bailando. Le encantaba bailar y cantar.

 

  La música siempre estuvo presente durante su enfermedad. Se convirtió en una estrella en varias redes sociales, sobre todo en TikTok donde tenía más de 1,5 millones de seguidores. Las redes sociales se convirtieron en su ventana al mundo. Allí se mostró siempre sin filtros. Con naturalidad. Fue “Hilda al desnudo”.

 

Una de sus grandes luchas personales fue el tema de la investigación, reivindicó que se invirtieran más fondos económicos en la enfermedad, que se actualizarán la lista de medicamentos contra en cáncer. Fue una lucha por todas/os las/los enfermos/as, así era su alma de generosa.

Te recordaremos siempre bella y coqueta. De ojos negros chispeantes.  De mirada de niña traviesa y dulce. Alegre y divertida. Pasional y emocional. Feliz y risueña.

Y el cielo se llenará de la gran sonrisa de tus labios rojos.